La cantautora venezolana, radicada en México, presenta su segundo sencillo con las colaboraciones de Alfonsina García e Isaac Sasson
Mercedes Sanz
El cello parece emular un tambor. Entra la voz grave de la cantante y, luego, el cuatro venezolano. Los tres elementos moldean la atmósfera intimista y sosegada. Se puede imaginar a la intérprete en medio de la naturaleza, acostada en una hamaca y, mientras se mece, recita unos versos que hablan de recuerdos, antepasados e identidad.
El río trae es el segundo sencillo presentado el 2 de mayo de este año por Mäisha, cantautora venezolana, residenciada en México. La producción estuvo a cargo de ella y Fiesky Rivas, diseñador y actual compañero. Alfonsina Lugo es quien le da vida a este proyecto que se define como minimalista y que pretende acercarse a sus raíces afrovenezolanas con ritmos latinoamericanos. Antes, había develado Pescadores, pieza que de otra manera también tiene esa sonoridad afro que ya es parte del sello de la artista.
Mäisha se ha presentado en Ciudad de México con otras propuestas, por ejemplo, con Flores de Mayo, junto a la cantante mexicana Roxhann; con Ancestras, que es una performance de cantos afrovenezolanos, al lado de otras vocalistas. Por otra parte, ha compartido escenario con distintos creadores latinoamericanos: Laura Itandehui, André Beltrán, Diego Freeman, Doris Anahí, Laura Murcia, Max Valdés y otros más.

¿Eres de Caracas?
Sí, me crie en San Antonio y viví entre esta ciudad y Los Teques, y después me mudé.
¿Cuándo naciste?
Nací el 4 de marzo de 1995.
¿Cómo fueron tus vínculos musicales?
En mi casa se oía música, pero más allá de eso, yo venía de vivir en Valencia, y mi adolescencia fue el período de más influencias: lo que escuchaba mi hermana, mi sobrino que es mayor. Después, caí en un grupo de amigos músicos que tenían bandas, y por ahí fui entendiendo más la música, lo que es cada instrumento y así. Desde ahí veo mis primeras clases de música. Empecé con percusión latina en general, afrobrasileña y después otros géneros. Un paréntesis, estando pequeña, estuve en la orquesta de Los Teques -el Sistema-, estudiando armonía y en el coro de la orquesta. Volviendo, cuando estaba en clases de percusión, vi percusión afrovenezolana con el profesor Manuel Moreno, del grupo Herencia, y a partir de allí empecé a ir a sus clases. Ellos abrieron un grupo que hasta ahora se llama Mujer Tambor. Y una cosa te lleva a la otra ¿no? Creo que la percusión venezolana te abre un poco las puertas a la cultura afrovenezolana, y para mí también fue un espacio de reconocimiento en el que yo podía decir: ¡a verga, esto existe! En mi crianza estuve un poco alejada de mi raíz afro y a través de Manuel entro en este circuito, con el canto, la danza, a entrelazarme con eso.
Seguiste en tu formación musical.
Claro. Luego, me inscribí en la Escuela de la Voz, con Alejandro Zavala, ahí están de profesores Hana Kobayashi, Mariana Serrano, y con otros, estuve viendo clases de canto profesional. Y siento que esa escuela fue un parteaguas en mi carrera porque, sin duda, fue mi formación más grande. Ahí vi todos los aspectos musicales. Siento que la escuela me ayudó no sólo como cantante, sino como artista integral de la música, veía talleres de canto, expresión corporal, etcétera. He hecho talleres de composición con Rafa Pino, Andrea Paola y Jorge Torres, y con otros. Y luego, me vine para México y empecé a estudiar este año en la Escuela de Composición de la Sociedad de Autores y Compositores de México. No sé si lo pueda terminar. Es parte de mi formación.

Además de cantante y compositora, ¿qué otros oficios o profesiones tienes?
Antes de la música, estudié cine, realización audiovisual, y estuve ejerciendo esa carrera. Aún hago cosas, dirijo mis propios videoclips. Es un área que se entrelaza con mi vida. Me gustaría poder hacer más cosas -risas- la verdad, pero es una carrera que demanda mucho. También hago diseño gráfico. Estoy entre esos dos mundos: lar artes visuales y la música.
Vienen más composiciones
A pesar de los cambios bruscos que le ha tocado vivir, como todo emigrante, Mäisha ha sabido superar obstáculos, se ha mantenido firme en sus convicciones como artista y como venezolana, ha podido sembrar un nicho a partir de su propuesta musical y sigue en pie.
Te vas México por las razones que tiene todo emigrante.
Sí fue eso, esta cosa de buscar nuevas oportunidades; de seguir expandiendo, sobre todo, la música. En el momento en que me fui ya estaba haciendo cosas y, en algún momento, sentí que se me estaba yendo la vida en sobrevivir y yo quería dedicarme a otras cosas, pero bueno. Siento que uno al vivir esta experiencia te das cuenta de que el panorama te cambia. Es cierto que hay más oportunidades, que puedes abrirte a muchas más cosas, pero también es cierto que se agudizan otros aspectos de la vida que quizás en Venezuela no tenías presente. Ha sido una
montaña rusa -risas-. Pero tampoco se puede romantizar la emigración. Siento que no es necesariamente la solución a todos los problemas. A la final, lo importante es seguir haciendo la misión. En mi caso, fue venir a hacer música.
¿Cómo ha sido el proceso de hacer vida musical en México, teniendo en cuenta que hay muchos cantautores con un estilo parecido?
Pues bueno, el proceso ha sido interesante. Yo siento que caí en un espacio principalmente de cantautores, sin embargo, siento que mi propuesta es un poco diferente. No soy la típica cantante que se va a presentar con guitarra, de hecho, toco cuatro, pero no me presento con cuatro y ya, siempre ha estado presente lo afrovenezolano. No tengo toda la batería de tambores que es infinita y pesada -risas-, pero siempre busco la manera de integrar algún elemento afrovenezolano bien en el canto, en la percusión menor, en la manera como se ejecuta la guitarra
o como compongo las canciones pensando en su estructura. Ese es el eje central de mi proyecto. Y me salgo del formato tradicional de canción de autor relacionado con la trova y no me siento hacia ese lado. Para mí ha sido interesante porque trae la puesta de la música caribeña. Yo no sueno a timba ni a la rumba, siento que soy una persona afrocaribeña que tiene estas influencias. Me siento también levantando una bandera diferente de lo que ya hay aquí. Además, en México hay una representación muy pequeña de esto y eso vuelve al proyecto algo interesante.
El ambiente musical en México es distinto.
Sí, también hay muchos retos porque en México hay una industria grande y no se compara con Venezuela. Es uno de los países latinoamericanos más importantes para la música. Entonces, hay una fuerte presión y demanda por hacer cosas. Sin embargo, pues como soy una artista independiente que me financio yo misma, y hago todo de manera muy artesanal, yo he tratado de tomármelo con calma porque estoy en medio de una migración y eso implica muchos cambios y retos, momentos de adaptación. Estoy tratando de llevar este proyecto de la forma más sensata, siendo honesta. He vivido oportunidades y he sentido apertura de parte de mucha gente. Cuando empiezas a crear comunidad puedes ir sumando bloques.

El río trae es tu segundo sencillo compuesto en pandemia, ¿por qué tardaste en sacarlo?
Siento que era una canción con la que yo aún no estaba conforme. Creo a esta canción le faltaba que si la melodía, los acordes, pasó por muchos cambios. De hecho, en algún punto pensé que no se iba a sacar porque no me terminaba de gustar. La dejé un tiempo de tocar y la tomamos de nuevo, y empezamos a encontrar una nueva forma para ella. No esperaba tardar tanto, pero quise serle fiel a mis propios procesos. Para mí esa es una cosa importante. Intento ser disciplinada, pero también me gusta tomarme el tiempo de estar segura, porque principalmente yo hago música para mí. Entonces, creo que es importante sentirme cómoda con lo que estoy haciendo. No tanto con esa ambición de la perfección, sino más bien con el hecho de que le estoy haciendo justicia a lo que hago. Y fue una canción que hicimos aquí, luego la dejamos y la retomamos, ese
tiempo de estar en Venezuela, venir, adaptarme. Surgieron muchas cosas en el camino para llevar a cabo la canción, y sé que eso pasa. Es algo natural.
¿Por qué pensaste en Alfonsina García e Isaac Sasson para este tema?
Bueno, la escogencia de estas personas para que participaran son historias distintas. A Alfonsina la conocí por Internet -risas-, un día me apareció su perfil y me gustó su proyecto. Me conecté con ella. También es cantautora y es cellista, y trabaja con varios cantautores chilenos que me gustan mucho. Y un día me enteré de que venía a Ciudad de México, la invitamos, le presenté mi proyecto y a ella le gusté, y ahí nació la idea de colaborar. Ella aportó en arreglos, ya teníamos la
idea del cello. Y esas cosas que pasan, quizás si hubiese sacado el tema antes, Alfonsina no hubiese estado. Y con Isaac, quien también es amigo de Internet, tengo conociéndolo un ratote, y le compartimos la canción. Desde ese momento, él se conectó con la canción. De hecho, hubo un momento en que cuando grabamos el cello, la canción estaba como completa, y dijimos: ¡puta!,
¿y cómo vamos a hacer con Isaac? -risas-, y se lo comentamos y no hubo problemas. Nos faltaba grabar el cuatro y le cedimos ese espacio. Me mandó su voz, su parte aporta mucho, le da frescura. Él tuvo mucha paciencia -risas-.
¿Piensas grabar un disco?
Sí, claro. Tengo pensado hacer un Ep. Es probable que saque otro sencillo. Tengo canciones que son como hermanas, están abrazadas y son las que tengo para el Ep. Vamos a ver si estará para el año próximo. Sin duda, este es el próximo paso.
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