Oksana Linde y su música acuática


Oksana Linde

Esta nota salió, primeramente, en La Dosis

La venezolana de origen ucraniano creó una serie de piezas electrónicas en los años 80 que solo ahora, casi 40 años después, salen a la superficie gracias al sello peruano Buh Records

La artista venezolana devela su ópera prima con el apoyo del sello discográfico peruano Buh Records de Luis Alvarado. El álbum está disponible en todas las plataformas digitales y, a mediados de año, se espera que también salga a la luz la edición limitada en vinilo.

Conversamos con Oksana, una de esas artistas que obtiene reconocimiento y la oportunidad de publicar su música tardíamente.

Mercedes Sanz

Sonidos de inmersiones. Melodías espectrales que vienen y van. Reverberaciones y silencios. Toda una gama de ambientes, que hacen referencia a lo inatrapable de la naturaleza -especialmente al mar-, se escucha en las piezas que componen el primer disco de la compositora y músico venezolana, de origen ucraniano, Oksana LindeAquatic and Other Worlds.

Se trata de temas hechos durante la década de los 80 en Caracas, y que ahora fueron reunidos en un álbum presentado por la casa independiente Buh Records. La selección estuvo a cargo del director del sello, Luis Alvarado, quien es investigador y periodista peruano especializado en música electrónica y vanguardias latinoamericanas.

“La música de Oksana Linde puede ser intensamente hipnótica y psicodélica, pero también melódica y lúdica, y tiene la virtud de ser también muy gestual, casi todas estas grabaciones son en vivo, algunas tienen más de una toma, donde Linde programa y toca todos los instrumentos”, son palabras del mismo Alvarado y que están en la reseña de la edición del disco en vinilo.

Cabe destacar que en este formato sólo publicarán un número reducido de copias y se espera su disponibilidad, aproximadamente, en el mes de junio.

Alvarado “descubrió” a Linde gracias al músico Ángel Rada, quien la mencionó en un post a través de su Facebook. “Yo estaba muy al tanto de la movida venezolana y me dio curiosidad Oksana, pues no tenía mayor referencia. La busqué en su face y le escribí”, aseguró el comunicador social.

Es la primera producción formal de la creadora. Algunas pocas piezas se encuentran en compilatorios venezolanos, europeos y de otras latitudes, pero Linde no tenía un disco propio.

Un total de doce registros aparecen en esta placa, los cuales fueron hechos entre 1983 y 1989. Hay que decir que, lamentablemente, Linde perdió mucha de su música en el camino debido a la obsolescencia de sus equipos.

“Su manejo virtuoso del timbre y de las capas armónicas se traduce en sinfonías miniaturizadas. Un ímpetu orquestal que logra en sus primeras piezas a través de una grabadora de tan sólo cuatro canales. Además de sonidos evocadores y títulos que traen a la imaginación del oyente estados oníricos y ríos lejanos: “Orinoco”, “Intromersión”, “Viaje a la luz”, “Descubrimiento”, “Ensueño”, etcétera.

Así, Aquatic and Other Worlds, de Oksana, cumple la promesa anunciada en su título y nos sumerge en timbres ondulantes y arpegios efervescentes”, comenta la músico peruana Ale Hop en la misma nota discográfica.

Aunque Linde no es conocida, cuenta con una dilatada trayectoria artística, ya que, además, es pintora. Es una persona muy accesible, amable y no tiene reparos para hablar de su vida y la de su familia.

La entrevista que a continuación se ofrece se hizo en varias partes por distintas razones, entre ellas, la afectación emocional de la entrevistada. Como ya se sabe, en ese momento (24 de febrero, 2022) Ucrania sufrió un ataque bélico por parte del gobierno ruso.

Aunque esta es otra historia, el ser humano no es indiferente ante tales circunstancias y menos cuando el país de sus padres está directamente involucrado.

Oksana Linde: la caraqueña hija de ucranianos

Cuéntenos de sus orígenes

Nací en la parroquia Candelaria el 25 de enero de 1948. Mi madre se llamaba Halyna Krychevska-Linde y mi padre Iván Linde Voronin. Él nació  en Karliwka, región de Poltava.

Él estudió en Kiev y era ingeniero geólogo. Su madre era ucraniana y su papá -abuelos paternos- era toda una mezcla entre letonia, sueca, islandesa, no sé qué tanta sangre ucraniana tenía (risas).

Eran ortodoxos y vivían en Francia. Mi madre estudió con mi abuelo Artes y Arquitectura, pero no se pudo graduar por la guerra. Mi madre aprendió a hablar muchos idiomas. Aquí -en Caracas- daba clases de matemáticas a las compañeras de mi hermana.

Mi padre trabajó en el Ministerio de Obras Públicas en la sección dedicada a la Hidrología. Aquí había muchísimo trabajo cuando ellos llegaron en noviembre de 1947. Mi papá participó en la construcción de al menos diez o doce represas en Venezuela, en Guárico, Cojedes, Apure, Zulia, en varias partes. Trabajó en exceso y falleció el 6 de enero de 1961.

Mi madre pintaba, bordaba y era políglota.

¿Qué pasó con sus padres antes de llegar a Venezuela?

Mi papá estuvo preso en campos nazis para militares. Estaba estudiando. Él no soportaba la guerra, pero no tuvo más remedio que salir inmediatamente comenzando junio de 1941. Tomaron preso al batallón y lo enviaron al famoso terrible Stalag VI-C -un campo de prisioneros-, entre Alemania y Holanda. Casi todos murieron.

A él, al año, lo enviaron a las excavaciones en una región de Alemania. Así se salvó de milagro. Tuvo la oportunidad, en 1942, de ver a mi madre y a mi hermana Irma, pero seguía siendo un preso. Historias complicadas.

Creo que en 1943, o comenzando 1944, logró huir con un grupo de presos ucranianos y rusos. Se escondían donde pudieran. Después, se reunió con mi madre, mi hermana y mis abuelos maternos. Mis abuelos habían huido previamente con mi madre y hermana a Lviv.

En esa época, Ucrania estaba dividida entre la occidental y la oriental. Bueno, la historia es mucho más larga, pero para resumírtela, mis padres lograron llegar, a través de varios países, a París.

¿Cómo logran salir de Francia y cómo fueron esos inicios en Venezuela?

Sí. Ellos tenían que salir antes de que mi madre tuviera cinco o seis meses de embarazo. Ella ocultó que tenía algo más de seis. Ya no quedaba puesto para mis abuelos. Por otro lado, tenían miedo de embarcarse hacia un país tan lejano y desconocido.

El barco atracó en La Guaira el 15 de noviembre de 1947. Mi familia llegó a las barracas de Sarría. Cuando nací me vistió la Cruz Roja. Se encontró un cuarto en la Quinta Flamenca, posteriormente Funeraria Vallés.

Mi padre había comenzado a trabajar en el Ministerio de Obras Públicas a los quince días de desembarcar. Cuando en el próximo barco llegaron mis abuelos, en 1948, no cabíamos y se consiguieron dos cuartos en una quinta en La Castellana.

Mi abuelo necesitaba recuperarse y era un sitio magnífico. Empezó a  pintar de nuevo. Mi abuela también estaba con problemas cardíacos. Este bendito país significó la paz para mi familia. El venezolano, un pueblo muy amoroso y solidario.

Luego, nos mudamos a la calle Las Mercedes de El Valle, a una casa vieja con un patio interior, donde había una mata de lechosa (papaya) y todo tipo de plantas. Era cerca de la Savoy, por cierto, ¡qué olor tan delicioso a chocolate! (risas).

En noviembre de 1952 muere mi abuelo. El 10 de enero de 1953 nace mi hermano Vasyl. Al poco tiempo nos mudamos a Quinta Crespo. Estudié primaria en el Colegio Teresiano, al lado de la Plaza Madariaga.

Foto: Elisa Ochoa Linde

Oksana y la atracción de lo oculto

 Oksana Linde se encuentra entre las mujeres pioneras de la electrónica en América Latina. Su nombre se destaca al lado de pocas coterráneas –Adina IzarraBeatriz Bilbao, Isabel Aretz (de origen argentino) y otras-, y de colegas del continente. Ellas, de igual manera, aportaron en la historia de la música electrónica universal con sus enfoques.

Las venezolanas figuran en la lista de creativos junto a maestros de varias generaciones como Alfredo del MónacoMiguel Ángel Fuster, Ricardo Teruel, Vinicio AdamesÁngel RadaChelique SarabiaOscar CaraballoAitor GoyarrolaJacky Schreiber, Alvise Sacchi, Miguel Noya, y otros vanguardistas.

¿Cómo fue su contacto con la música?

En El Valle, de donde son mis primeros recuerdos, se conseguía muy poca música ucraniana, moldava, rusa. En mi casa se oía mucha música venezolana, ya que mi padre pasaba mucho tiempo en los campamentos en Guárico, Apure, Cojedes, y alguna vez trajo algo de por allá: joropo, polo coriano, margariteño.

También se escuchaba música popular francesa e italiana. Y música clásica, ¡bastante! Yo quedé impactada con La Catedral Sumergida de Debussy desde que era muy niña. Luego, nos mudamos a Quinta Crespo, cuando uno podía acercarse al río Guaire limpio. Cerca del mercado, siempre había todo tipo de música. Recuerdo a grupos venezolanos como Los Impala y todos los de entonces.

Luego, ya mudados a la avenida Principal de El Bosque, se oía la música de Torrealba, el Quinteto Contrapunto. Realmente de todo (risas).

¿Qué estudió?

Mira, yo estudié en el Teresiano, luego en el colegio Humboldt. Después de la muerte de mi papá, la Creole me dio una beca para estudiar en la UDO (Universidad de Oriente), en Cumaná. Yo quería estudiar Oceanografía, que es una especialización.

Yo iba a estudiar Biología Marina, pero no soportaba abrir animales, por lo tanto, me fui por Química. Entonces, a varios estudiantes nos salió hacer pasantías en el IVIC (Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas).

Luego, en el 69 cerraron las universidades. Después, bueno, me casé y pedí traslado a la Universidad Central, pero lo que había era Química pura y me gradué allí.

¿De qué forma llega a la música electrónica?

La escuché cuando estaba en la UDO. Oí una música que me sonó extraña, no puedo recordar a quiénes exactamente. Como traían de Margarita todo tipo de discos, pues hubo esa oportunidad.

Ya antes de regresar a Caracas, compré un disco de Andrew Rudin. Eran sonidos extraños. Durante mis pasantías en el IVIC, y cuando comencé a trabajar como técnico antes de graduarme, recuerdo que en una reunión, en casa de un investigador de Biofísica, había discos increíbles.

Compañeros de estudio y de trabajo me grababan casetes y logré tener una muy buena colección.

Foto por Mardonio Díaz

¿Ya había escuchado a Alfredo del Mónaco, Vinicio Adames y esas referencias nacionales?

Alfredo, pues fue la primera vez que supe que se estaba haciendo música electrónica aquí. Lares -José Ignacio, cofundador de Aditus y luego Ficción- también ha hecho cosas interesantes, aunque se dedicó al rock sinfónico y progresivo.

No recuerdo si antes de conocer a Rada había escuchado música del disco Gran Sabana de Noya. Conozco, creo que a principios de 1985, a Rada, cuando, mientras pintaba casi de madrugada para una expo en la Alianza Francesa, escucho un programa que no recuerdo si era con Eugenio Miranda o ya no sé quién, donde escucho música de Rada y me entero de que estudió Química.

Dijo su teléfono al aire y a los pocos días lo llamo con timidez. Entonces, no se escuchaba mucho a los electrónicos. Después conocí a Vinicio Adames y a Miguel Noya. Pero, como te dije, escuchaba mucha música, JarreVangelisMahavishnu OrchestraTomitaKítaroFripp & EnoGenesisPink Floyd. Muchos. 

¿Trabajó con algunos de esos músicos venezolanos?

Estuve en casa de Rada, donde tenía su estudio. Pero no trabajamos juntos. Había la idea de hacerlo. Circunstancias varias, algunas familiares, mis hijas, mi madre. En ese tiempo no podía moverme con facilidad a su estudio. Posteriormente, Rada se mudó bastante lejos.

Es, además, artista plástico. ¿Desarrolló alguna tendencia en particular?

Mi estilo no sabría definirlo. A veces es onírico, surrealista. Tiende a veces a parecerse al oriental. También a obras abstractas, al constructivismo.

¿No estudió Artes?

No. Mi madre me enseñó a  pintar con acuarela y con óleo. Seguí experimentando con otros medios posteriormente. En la UDO tenía tintas y algo de acuarela y témpera. Hace trece años comencé con arte digital con photoshop, tirando flechas (risas). Pues a estas alturas hay detalles que no conozco.

¿Y cómo es ese vínculo entre la pintura y la música?

Ya me cuesta pintar cosas complejas como lo hacía en el pasado. Y no tengo ni las  pinturas ni pinceles adecuados. Pero mi música puede, de alguna forma, parecerse a mi pintura. Así lo ven mis hijas y mi esposo.

Aunque es complicado de explicar, hay nexos entre el arte visual y auditivo, para mí.

Su primer sintetizador fue un Casio

Sí. Lo compré cuando recibí las prestaciones por haber trabajado en el IVIC.

Recibió clases de José Ignacio Lares en el instituto de Fonología.

Así es. Fueron clases informales. Aprendí lo básico. Tenían un ARP 2600. Escuchamos a los compositores de música concreta, experimentales, música electrónica y electroacústica.

¿Pudo estudiar música electroacústica con otras mujeres?

No. Las clases sobre fundamentos de música electrónica con José Ignacio Lares, a quien llamo el Emerson de Venezuela, fundador del Aditus y luego de Ficción, fueron informales, no académicas. No estudié con otras mujeres.

¿Tiene idea del número de temas que llegó a grabar?

Nunca los conté. Es probable que hayan sido noventa o cien. De ellos, más de veinte por corregir, quedaron atrapados en el módulo del secuenciador del teclado Korg TR 88, desde hace unos años. No sé si los puedo recuperar. (Oksana tuvo un equipamiento respetable: Polymoog, Moog Source, Roland Tape Echo, una caja de ritmos TR505, un Korg M1y ya años después el Korg TR88 que conserva)

Por ahora, no ha sido posible arreglar ese teclado, que es el que me queda. Espero que la tarjeta que los almacena no se dañe también. Hace tiempo el chip se desprendió del soporte y no he intentado volverlo a sacar. Podría intentar hacer algo si alguien con un equipo igual me permitiese emplearlo.

Algunos temas, ya no sé cuántos, tal vez unos quince de los años 80, se perdieron cuando se dañaron los casetes. Ni pienso ya en eso ni recuerdo cómo eran.

¿Nunca pensó en publicar un disco?

En el 85, 86, por ahí, alguien me habló de esa posibilidad. Luego, algunos amigos me animaban, pero no había manera de conseguir presupuesto. Hubo intentos, hablaron conmigo de varias instituciones pero nada se concretó. Hubo ofertas de Inglaterra, España, pero ya me había comprometido con Luis Alvarado.

¿Cómo era ese proceso creativo a la hora de componer? ¿Qué la inspiraba?

Como no estudié composición, pues no sigo ningún método. A veces cualquier cosa me inspira. Uno se pone a experimentar, a ver cómo suena, lo desecho o sigo adelante. Si hace falta, se pule la pieza.

Claro, así fue cuando tenía los equipos con posibilidades para hacer lo que más o menos tenía en mente. A veces, uno tiene una idea de la nada o trata de cazarla y darle cuerpo.

¿Qué tiene la música electrónica en particular que tanto la sedujo?

Uno tiene la posibilidad de componer en varias pistas, con diferentes sonidos, crear sonidos que no se logran con  instrumentos acústicos, hacer contrapunto, con lo cual no digo para nada que no me gustan los instrumentos tradicionales.

Se pueden hacer cosas increíbles con ellos. Me encantan las orquestas sinfónicas y también los conjuntos de instrumentos. Y puede ser sublime una flauta, un violín, un arpa, cualquier otro. Cuando intento tocar partes de una sinfonía que, por supuesto, es interpretada por una amplia diversidad de instrumentos, me llego a enredar porque no puedo sino tocar una sola voz, por decirlo así, y en la cabeza escucho todo.

Lo mismo me sucede con canciones de Génesis, por ejemplo, o de otros grupos que han compuesto piezas donde hay un juego complejo entre los instrumentos. En la UDO formé parte de un grupo en el cual tocábamos bossa nova, temas de película, jazz tradicional, y alguna vez salsa. Hablo de los años 68 o 69.

Foto: Elisa Ochoa Linde

En su trabajo siempre se escucha la referencia marítima. ¿Se debe a su gusto por el mar? Ya que quería estudiar Oceanografía, vivió un tiempo en zonas costeras y el trabajo de su padre.

Otra pregunta que no sabría responder. A lo mejor algún psicólogo me podría ayudar (risas). Yo amo el mar, aunque en muchos años no he vuelto a ir. La primera vez que vi el mar fue cerca de los cinco años, y fue un impacto muy grande porque uno lo encuentra extraordinario y el sonido de las olas, y eso para un niño, tú sabes, uno siente muchas emociones.

Cuando yo estudiaba bachillerato, leía sobre los minerales que hay en el fondo del mar. Y mi hermana me regaló un libro de Jacques Cousteau y me pareció fascinante. No sé, yo quería tener alguna relación con el mar. Mira, el mar oculta muchas cosas.

Yo veo muchas exploraciones espaciales que hacen para ir a Marte, a tal lugar, en vez de lograr saber más sobre el mar, todo lo que ocurre. Entonces, todo ese tipo de pensamiento de repente tuvo que ver con buscar algo oculto, ¿no? No sé.

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